Hace muchos años, la gente siempre miraba a largo plazo, la
gente compraba las cosas en relación al dinero que disponían. Pero ahora todo
se hace pensando a corto plazo, al aquí y ahora, no en el qué vendrá después; a lo que denominamos “Cortoplacismo”
La vida se hace cada vez más compleja y ahora no es tan fácil mirar a largo
plazo, antes si que tenían todo calculado. En los planes a corto plazo encontramos
objetivos verdaderos pero estos pueden cambiar a no tan buenos.
Nos hemos hecho tan egoístas y narcisistas que nos creemos que nuestros
problemas son problemas reales, que nuestras necesidades son primordiales y no
es así; hemos perdido la empatía por los demás.
Se ha producido ese cambio de valores tradicionales y la consecuencia del
narcisismo es: “hago un esfuerzo y tengo la recompensa”. Y ahora: “quieres una
cosa, cógela, ya haré el esfuerzo después”.
En el artículo encontramos un párrafo muy interesante:
"Para que eso sea posible, tenemos
que cambiar nuestras preferencias. Debemos asumir la responsabilidad de
nuestros propios excesos. Debemos enseñar a nuestros hijos a que no busquen la
gratificación inmediata, a que trabajen duro aunque los resultados no se vean
enseguida y a que empleen todas las herramientas a su alcance para comprender
las numerosas complicaciones de un mundo lleno de incertidumbre."
Toda esta reflexión debemos llevarlo a la práctica, a nuestro futuro como docentes. Hay que enseñarles que no pueden tenerlo todo, habrá que soportar miles de rabietas, de llantos porque querrán un juguete, o simplemente por llamar la atención pero no hay que darles lo que quieren, que
vean que a veces hay que esperar para tener algo.
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